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Americans have of late been growing more and more alive to the urgentnecessity of gaining a better knowledge of the vast continent and thepeoples to the south of them. Argentina, as the most prosperous of theSouth American republics, has claimed no small share of this newlyawakened interest. It is hoped that this book will aid in promoting andstrengthening this interest, and that this introduction, in its turn,will be of aid in elucidating and furnishing a proper background for thematerial herein presented.




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Buenos Aires set out, as Rome had done, to expand politically from acity-state into a vast republican state. She partly failed in this, asis evidenced by the withdrawal of Paraguay, Uruguay, and Bolivia fromthe old Viceroyalty of the Plata, but, as we have said, she succeeded inestablishing, if not the political hegemony of the Plata, the undisputedspiritual leadership, and the proud claim of being the second largestand wealthiest Latin city in the world, and the greatest in all theSouthern Hemisphere.


López y Planes (Vicente), an Argentine poet, was born in Buenos Aires in1784. He served as a volunteer during the English invasions and wrote arhymed chronicle of the events of that stirring period. In 1810 he wasattached to the Army of the North as secretary to its general, Ortiz deOcampo, and took an active part in all the great movements of theRevolutionary Era. At the foundation of the University of Buenos Aires,he became the organizer and director of classical studies. He was thefounder of the Bureau of Statistics and President of the Republic in1827. Until 1852 he was the president of the Supreme Court. After thebattle of Caseros, General Urquiza intrusted to him the organization ofa provisional government, and he became governor of the province ofBuenos Aires. Though he is best known as the author of the ArgentineNational Hymn, he is hardly less to be remembered for the many serviceshe rendered his country in various official capacities from the time ofthe founding of the Republic to his death in 1856.


Drago (Luis María) is a contemporary Argentine jurist and writer oninternational affairs. He has given his name to the Drago doctrine, acorollary to the Monroe doctrine. One of his earliest works, Hombres dePresa, a study on criminology, was translated into Italian byLombroso, the famous Italian criminologist. In 1902 he was elected tothe Argentine Congress, and shortly after he was appointed minister offoreign affairs by the then President of the Republic, Julio Roca. InDecember of that year he sent his famous note to the government of theUnited States, protesting against the use of force on the part ofEngland, Germany, and Italy for the collection of debts the Venezuelangovernment had incurred with private subjects of those nations. He wasthe Argentine delegate to the Second Peace Conference, and is a memberof the Permanent Court of Arbitration at The Hague. In 1912, ColumbiaUniversity conferred upon him the degree of Doctor of Laws, honoriscausa. That he is interested not only in legal matters is shown by hispublication La Literatura del Slang.


A uno y otro lado del Uruguay, desde el delta del Paraná a las fronterasdel Brasil, y desde el Paraguay a las riberas del Atlántico, seextendían campañas de una belleza incomparable, de una fertilidadexuberante, y de un clima que, aunque templado, no relaja el vigor delos temperamentos. Esas campañas estaban incultas en manos de la España.Arroyos innumerables y muchos ríos caudalosos, acompañados en una y otraribera de selvas tupidísimas, distribuían por todas partes una masaenorme de aguas puras y saludables, que alimentaban pastizales inmensos,donde los ganados y el hombre crecían y se multiplicaban libres ysalvajes. El hombre tenía allí la carne, el fuego y el agua, sin ningúntrabajo, con un cielo espléndido de luz y de transparencia. El atrasomoral de la metrópoli, la incuria de su gobierno, su absoluta falta deindustria, su impotencia caduca para educar y para llevar la vida civilal seno de los desiertos americanos, habían extenuado todas lasfacultades de la España, rindiéndola en una indolente holgazanería amediados del Siglo XVII. Era imposible, pues, que el aliento creador delos intereses económicos, que sólo se levantan en la vida urbana,hubiese podido penetrar en nuestros campos. Así es que la poblaciónerrante que se había apoderado de ellos, había crecido desparramada,inculta y vagabunda. La extensión indefinida que ocupaba, hacía que elderecho de la propiedad raíz fuese inútil para sus habitantes, y hastase puede decir que era desconocido. Donde cada hombre podía obtener elderecho nominal de llamarse dueño de cincuenta o más leguas de terreno,sin otro trabajo que denunciarlo, abonando veinte o cincuenta pesos a latesorería del Rey, era imposible que la posesión fuese verdadera delantede la ley, para[25] responder al título de la propiedad. De modo que elgaucho argentino no necesitaba de semejante título para tener tierras ypara satisfacer sus necesidades; y en un estado semejante, era naturalque no le fuese fácil concebir que los demás hombres tuviesen razón yjusticia para privarle de la facultad de ocupar el desierto, como cosasuya, y de poner su rancho donde mejor le conviniera. Sin peligro delhombre, sin miedo del aislamiento, porque la rápida carrera de sucaballo lo trasportaba en un momento a las aldeas de la costa, y dueñode los ganados que pacían por los campos, era claro que no teníanecesidad ninguna de pedir a la tierra ese fruto sabroso de laagricultura, que civiliza por el trabajo y por la influencia de lasleyes que rigen las producciones del suelo. El hombre civilizado denuestros campos había retrogradado verdaderamente, a un estadosemibárbaro, por causa de su aislamiento relativo. Pero estaba muy lejosde haber perdido las tradiciones de la civilización de que había tomadoorigen, como algunos observadores poco discretos lo han dicho; y suscondiciones no eran las de un estado pastoril, análogo al de lospatriarcas del Asia. Éstos necesitaban, por lo menos, de la propiedad delos rebaños, gobernaban como patricios la tribu numerosa de susparientes, y vagaban por las áridas sequedades del África,[26] buscandoun pozo de agua y un poco de hierba para ellos y para sus bestias.


Aquel hombre era bello; pero con una belleza sombría como la delarcángel maldito; y en sus ojos azules como el cielo, brillabanrelámpagos siniestros que helaban de miedo. Y, sin embargo, unaatracción irresistible arrastró a María hacia aquel hombre y la hizocaer en sus brazos. Y él, envolviéndola en su sombría mirada, abrasó suslabios con un beso de fuego, y sonriendo diabólicamente rasgóla el pechoy la arrancó el corazón, que arrojó palpitante en tierra para partirlocon su puñal. Pero ella, presa de un dolor sin nombre, se echó a suspies y abrazó sus rodillas con angustia. En ese momento se oyó unadetonación, y María, dando un grito se despertó.


De repente el fogoso potro robado a las numerosas manadas de lossalvajes, aspirando con rabioso deleite las magnéticas emanaciones queel viento traía de su agreste patria, sacudió su larga crin, mordió elfreno, y burlando la débil mano que lo regía, partió veloz como unaflecha, saltando zanjas y bebiendo el espacio. María, pálida de espanto,vióse arrebatar lejos del límite cristiano al través de las complicadassendas que trillan los bárbaros con el afilado casco de sus corceles; ysu terror crecía a la vista de un bosque negro que terminaba elhorizonte, y entre cuyo ramaje el miedo dibujaba sombras confusas que seagitaban.


En ese día la sala de representantes de Buenos Aires presenció unaescena digna de los mejores tiempos de la Roma heroica. Rosas, armadocon la clave del terror, habiendo impuesto silencio al pueblo, y hechotambién callar al cuerpo legislativo, quiso dar el último golpe a ladignidad nacional, y aspiró a la dictadura. Aspirar en él era mandar; yun día oyóse la sacrílega proposición en el santuario de las leyes.Ninguna voz se alzó para combatirla. Cada representante veía en elsemblante de su vecino el triunfo del miedo sobre la conciencia, y sillevaba su mirada a lo[261] alto de la sala encontraba bajo el dosel quela dominaba al amigo, al confidente de Rosas... y callaba.


Tales o semejantes reflexiones a éstas hacía en una hermosa y apacibletarde de verano del año 1848, atravesando la magnífica alameda deSantiago de Chile, y dirigiéndome a uno de los barrios más apartados dela ciudad, donde vivía y vive aún el general D. Juan Gregorio de LasHeras, capitán ilustre y libertador de tres Repúblicas,[418] republicanosencillo y desinteresado, que siendo uno de los héroes más notables dela epopeya de la independencia americana, vivía tranquilo en el retiro,sin espada, sin poder y sin fortuna.


(Title: Mariano Moreno was born in Buenos Aires in 1778. He was a manwhose early death was a sad loss to the cause of the Revolution. He wasa lawyer renowned for his integrity and love of country. As secretary ofthe Junta Gobernativa in 1810, he championed the republican form ofgovernment. La Gaceta de Buenos Aires, of which he was editor, marksthe beginning of the Argentine press. He died on the high seas in 1811,bound for England as the delegate of the newly established Argentinegovernment.)


Aunque el Congreso no dió al país la constitución que de aquél seesperaba, salvó, como se ha visto,[550] la suerte de la democracia. Poreste solo hecho la posteridad le ha perdonado su ofuscación, susvacilaciones entre el régimen republicano federal por el cual sepronunció primero y el centralista que luego adoptó, y hasta lasveleidades monárquicas en que más tarde reincidió. En cambio, la luz queencendió en aquella hora vespertina señaló constantemente el puertoseguro a los pueblos que estuvieron a punto de extraviarse para siemprecuando cerró la larga noche de la[551] anarquía. 2ff7e9595c


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